jueves, 26 de diciembre de 2013

Viaje a Buenos Aires - Montevideo (10): Quilmes

Después de ir a comer, tomé el Subte rumbo al hostal, para poder descansar un poco y recargar energías. Nuestro próximo objetivo con Guido era conocer Quilmes, que es su lugar de residencia. Quilmes es una zona industrial-residencial, lugar donde se desarrolló la empresa cervecera (¡ojo! La cerveza se llama así por la ciudad, no al revés).

¡Una muy buena publicidad ché!
Un avión Aribus A320 de LAN saliendo desde Aeroparque.
Un avión Boeing 737 de Aerolíneas Argentinas
El bus TATSA del recorrido 129 controlado por Plaza.
Al igual que en la mañana, tendría que volver a Retiro. Esta vez nos esperaba el bus 129, el cual utilizaba una de las autopistas para poder acceder a Quilmes desde Buenos Aires. Mientras esperábamos, veíamos los aviones que salían desde Aeroparque. ¿Se acuerdan que les hablé de Plaza en el post anterior? Debo decir que los buses de TATSA me parecen feos, pero tienen aire acondicionado y tienen un confort que compensa su poco desarrollo estético. Nos fuimos por la autopista y no es como andar en un bus de Transantiago, realmente me fui cómodo.

Hay una tendencia, que con Guido pensamos que podría ser latinoamericana, a tener un complejo de inferioridad. Existe un nacionalismo tanto en Chile como en Argentina, pero en ambas naciones cada vez que se miran como si fueran hermanos, señalan defectos...pero de ellos mismos. Argentina quisiera ser como Chile y Chile quisiera ser como Argentina en algunos aspectos. ¡Les gustaría tener nuestro orden, pero vamos que ellos tienen su personalidad! Ambos países tienen mucho más en común de lo que la gente cree, partiendo por ese complejo.

Un bus La Favorita de la línea 257.
Avenida Cachalqui, se nota que es una zona industrial.
Un Metalpar Tronador de la misma línea 257.
Bus El Detalle del recorrido 263.
En Quilmes nos dedicamos a recorrer un Walmart. Mi mamá trabaja como cajera de supermercado en un Lider de Chile (misma cadena), nos dedicamos a ver las diferencias de productos y precios entre un pais y otro, todo un ejercicio lúdico. Recorrimos avenida Cachalqui, pude tomar fotografías de la línea 257. En las conversaciones y viajes anteriores con Guido, me contaba acerca de ese recorrido de buses y lo especial que para él era. Finalmente tomamos un bus de la línea 278 que nos llevó a Temperley.

No tomé fotos de la estación de trenes, me dijo que podía ser algo peligroso. Pero era enorme, el precio del tren es ridículamente barato (es subsidiado, esa es la gran explicación). El diseño de la estación así como los carteles y la disposición de los andenes se me hacía como extraña, no con una identidad propiamente argentina, sino como con ese bagaje de inmigrantes, me sabía a algo más europeo de siglos anteriores.

Tomamos otro tren Toshiba, que estaba bastante a mal traer. Guido me comentaba que estaban empezando a implementar pintura anti-graffitis en los trenes a fin de poder tenerlos más limpios. Así como los jóvenes en Chile maltratan los buses, allá los bondis o colectivos se ven impecables salvo que las mismas empresas sean desprolijas en su mantenimiento, pero el Subte y los trenes sufren el descontento social. Me contaba también de Mar del Plata, el balneario más cercano que tienen los bonaerenses (410 km) y que una de las formas de llegar era a través del tren, existiendo servicios expresos y otros con detenciones en todas las estaciones.

Foto movida. El tren de Línea General Roca en Plaza Constitución.
Nuestro tren llegó a Plaza Constitución. En el lugar tomamos algunas fotos de unos buses de Plaza, cuando de repente se nos empezó a nublar todo y partió una especie de diluvio veraniego. Apenas se asomaron las gotas, las personas se agruparon en los puntos más secos o debajo de los árboles, nosotros nos metimos a una fila de un colectivo para refugiarnos y observar la lluvia. 

TATSA Puma Nº 1000 en la línea 61
Bus de la línea 148 bajo la enorme lluvia
La vista desde mi habitación, se nota la nube y un rayo detrás de ella.
Después de declarada la lluvia, decidimos terminar el día de paseo y refugiarnos en nuestros respectivos lugares de residencia, en mi caso, el hostal. Cuando entré, mi dormitorio estaba compartido con muchos viajeros estadounidenses, la pieza tenía olor a encierro y a pie, por lo que decidí abrir la ventana para ventilar y admirar la tormenta eléctrica. Me fascinaron los rayos, ¡tan seguidos y tan cerquita! Ojalá yo viera de estas tormentas más seguido, me encantan.

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