jueves, 19 de diciembre de 2013

Viaje a Buenos Aires - Montevideo (2): El no-encuentro

La noche que llegué a Aeroparque, Guido fue a recibirme, me ayudó con las maletas, tomamos juntos una micro (bah, un colectivo, un bondi, para él) que me dejaría en el hostal donde me hospedaría. Era bastante tarde, así que agradezco su acción, mi irresponsabilidad de no haber estudiado mapa alguno me hacía sentir -sobre todo en una ciudad aterradoramente grande- minúsculo e ignorante.

La habitación del hostal, ¡la cama era tan cómoda y rica!
En el hostal, me dieron una habitación en el último piso, así que llevé la maleta tres pisos hacia arriba, me explicaron cómo funcionaba el desayuno, la ubicación de los baños y me dieron la llave de mi habitación. Mientras dormía, tres cosas no me dejaban dormir: una, pensaba que iba a compartir con alguien mi habitación, así que esperé como dos horas esperando a que llegara algún huésped para saludarlo antes de dormir, mi sueño liviano hace que el hecho de que una puerta se abra me arruine toda la noche de sueño. Segundo, a pesar de ser medianoche o las una de la madrugada, se escuchaba una especie de carnaval a calles de distancia, algo muy extraño para alguien que viene de Chile. Tercera, ¡los buses El Detalle de la línea 9 emitían un ruido ensordecedor! Me recordaba al tiempo de las micros amarillas en Santiago.

El plan del día era encontrarme con Guido en la Plaza de Mayo, después me llevaría a conocer algunas partes de la ciudad. Como era mi costumbre, llegué más temprano de lo habitual. El día anterior Guido me regaló un mapita, con el que me fui ubicando para saber cómo podía llegar. Me fui caminando para conocer más, caminé por el barrio de San Telmo (donde estaba el hostal) y llegué por una calle muy cercana a Puerto Madero.
El barrio de San Telmo, muy pintoresco.
Mientras esperaba en la Plaza de Mayo, me dediqué a fotografiar y observar las cosas que veía. Recordando, vi muchos turistas asiáticos tomándose fotos, una bailarina de tango callejera se sacaba fotos con los turistas, se veía mucha gente y hacía mucho calor, estaban las Madres de Mayo en un costado marcando presencia, en Chile siento que es más silencioso (pero existe) ese dolor post-dictadura. Sin embargo, más allá de concentrarme en el palacio de gobierno, los edificios monumentales que eran ocupados por las máximas instituciones gubernamentales o económicas, me gustó mucho el diseño de las calles, me pareció tan curioso que desde una plaza salieran dos diagonales, era una forma muy distinta de planificación urbana.
Una de mis fotos favoritas, de veras Buenos Aires tiene su aire europeo
Uno de los buses turísticos de la ciudad. No me quise subir jajajaja.
Diagonal Norte
La Casa Rosada con una muestra de fotografías
Un hornero, es el ave nacional de Argentina y trata de un ave que realiza nidos con arcilla
Otra de mis fotos favoritas, avenida Corrientes y el Obelisco.
Lo llamo el día del no-encuentro porque no nos vimos con Guido, estábamos en el mismo lugar y no nos pudimos ubicar, y eso que ya nos habíamos conocido en Santiago, cuando él vino a Chile. De todos modos, eso no quita que fuera un día genial. Con algo de sentido de orientación y el mapa, me dediqué a buscar una casa de cambios, quería almorzar y no encontraba ningún lugar que no fuera turístico o muy caro. Mi idea era tratar de comer lo que comería un argentino promedio en un restaurant promedio, como que me gusta la idea de vivir como un local. 
Puerto Madero
Tranvía del Este. Alstom Citadis, ¡una delicia de tranvía!
Mis pies me llevaron a Puerto Madero, el último lugar que debiese haber visitado pensando en mi objetivo (es carísimo y orientado a turistas, altos ejecutivos). Caminando por Corrientes pude ver el Luna Park, que tanto oímos en Santiago, un par de paraderos de buses urbanos y el tranvía. Me dio un poquito de risa, porque es un tranvía tan moderno pero no lo usa nadie, que ganas de tener un tranvía Alstom en Chile, con un buen trazado podría ser una alternativa fabulosa para solucionar el tráfico de forma sustentable. El boleto costaba 1 peso, algo así como 150 pesos chilenos. Es chistoso estar en otro país y empezar a hacer funcionar en la mente una calculadora mental: tantos pesos chilenos son lo mismo que tantos pesos argentinos, que a su vez son tantos dólares, e ir comparando los precios de artículos entre un país y otro.

Cada vez que pienses en algo que no quieres hacer, terminarás haciendo eso. Seguí caminando hasta San Telmo y era tanta el hambre que tenía, que no pude decir que no ante el ofrecimiento de una chica para comer en un restaurant de Plaza Dorrego. Pedí un lomo con papas fritas, estaba rodeado de turistas brasileños, intuyendo, la mayoría era de clase alta, y mientras esperaba veía un espectáculo de bailarines de tango, incluso sacaron a bailar a unos brasileños. La comida estaba exquisita, la gracia me costó cara y me prometí no gastar más en nimiedades, tenía tanta hambre que no me podía comer todo.

Bailarines de tango, un turista tomando fotos y los comensales.

Al volver al hostal, le mandé un mensaje de disculpas a Guido, porque no nos habíamos encontrado, y me puse a buscar sitios para visitar en Buenos Aires. Teniendo el mapa y evaluando algún lugar interesante podía aprovechar lo que quedaba de tarde. El sitio web que encontré era bien básico, pero me ofrecía una pequeña descripción de los lugares, la esquina de referencia y un mapa. ¡Que ganas de hacer algo así para viajeros distraidos que lleguen a Santiago!

Estando en San Telmo, los que conocen, sabrán lo que significa ir a Chile con Defensa. Por cierto, me sentí provinciano viendo el nombre de Chile en otro país. ¿Se fijan que en Santiago no hay avenida Chile? En el camino a la calle, me dediqué a recorrer el barrio, vi felizmente cómo niños jugaban fútbol usando la calle como un patio, con sus camisetas y un adulto supervisando el juego. Guido me contaba en conversaciones anteriores que en los colegios de allá no suelen dejarlos jugar fútbol en los recreos, porque se pican y generan muchas rencillas. Supieran que acá se juega siempre, aunque seas el más malo de los malos, juegas igual.

El partido que les decía.
Un loro que se dejó fotografiar
Mafalda, en Chile con Defensa, pleno barrio de San Telmo
Después de ver a Mafalda, caminé hacia la Plaza de Mayo, iba parando en las iglesias de las que había tomado nota, pero me parecía un poquito tonto tomar fotos de iglesias cuando yo en Santiago ni las miro. Quise fotografiar el Colegio Nacional de Buenos Aires, una especie de homólogo de mi liceo en Santiago, pero estaba rodeado de árboles. Así que me dediqué a observar las tiendas, el fileteado tan característico de Buenos Aires, la forma de los teléfonos públicos, de los semáforos, de los letreros de las calles, los bondis. Debo reconocer que soy como una esponja, ha pasado más de un año y sigo reteniendo muchos detalles.

Un letrero de Avenida de Mayo. Me sorprendió la publicidad.
Uno de los buses El Detalle que decía, y un inspector que regulaba frecuencia.
Una frase de las Madres de Mayo en algún paseo peatonal del centro.
Fileteado en una tintorería de San Telmo.
Al llegar, aproveché de comprar una once improvisada en un almacén. Terminé comprando una Coca Cola y un paquete de galletas de una combinación de frutas tan rara que nunca en mi vida había escuchado, debo admitir que no eran un manjar, pero eran bastante buenas. Me fui caminando con la maleta a cuestas, que molesto era el sonido en la calle. Quería llegar rápido al Tranvía del Este para poder tomar fotos nocturnas e ir a mi próximo destino... ya deben saber a cuál me refiero.

El tranvía otra vez vacío... era que no.
Pónganme un babero, ¡si es hermoso!
Próxima parada: Montevideo...en realidad, Colonia del Sacramento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte tus pensamientos